martes, septiembre 23, 2008

Seminario de Vida. 6º Enseñanza: El Crecimiento Espiritual

Desde que nace hasta que muere, todo hombre está invitado a crecer. Físicamente alcanza su mayor estatura hacia los 18 años, psicológicamente puede alcanzar la madurez algunos años más tarde, intelectualmente sigue aprendiendo hasta muy avanzada edad, y espiritualmente puede progresar siempre hasta que llegue el momento definitivo del encuentro con Dios.
El que no alcanza la madurez en cualquier área de su personalidad, permanece en un grado de subdesarrollo e imperfección.
Si nos concretamos al aspecto espiritual, podemos decir que el crecimiento es un regalo de Dios, pero que el hombre puede colaborar con la acción divina, imitando a Jesús que crecía en estatura, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres (Luc. 2, 52).
Para proponer acciones que pudiesen ayudarnos en nuestro crecimiento interior, podemos seguir pasos parecidos a los que vivimos en nuestro desarrollo:
1. Alimentarse: necesitamos nutrirnos espiritualmente
Leyendo la Palabra revelada, pues no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que brota de los labios de Dios (Luc. 4, 4)
Obedeciendo la ley divina: como Jesús, cuyo alimento era hacer la voluntad de su Padre (Jn. 4, 34)
Comulgando el pan eucarístico, pues quien lo come tiene vida eterna (Jn. 6, 35).
2. Orar: necesitamos hablar con nuestro Padre Celestial
Aprendiendo las plegarias básicas de memoria
Alabando, bendiciendo, agradeciendo, suplicando o intercediendo con palabras propias o en silencio o cantando, en particular o en grupos (Ef. 5, 19)
Participando en la oración litúrgica de la Iglesia
Haciendo de la vida una oración continua (Col. 4, 2).
3. Cuidar la salud espiritual: previniendo o superando todo vicio y todo pecado
Evitando caer en la tentación (Mt. 6, 13)
Arrepintiéndonos del pecado cometido (Mc 1, 15; Hech. 3, 19)
Recurriendo al sacramento de la Reconciliación, o a los sacramentales instituidos por la Iglesia si la culpa no fue mortal
Corrigiendo nuestros defectos y costumbres reñidos con el evangelio.
4. Relacionarse con los demás que son, como nosotros, hijos de Dios, hermanos de Jesús y Templos del Espíritu Santo:
Conociendo a los hermanos en la fe
Insertándose en la comunidad cristiana, en sus asambleas y actividades (Hech. 2, 42)
Orando por los demás y apoyándose en su oración (Ef. 6, 18)
Compartiendo con el prójimo lo que somos, lo que sabemos y lo que tenemos (Hech. 2, 45)
5. Estudiar nuestra fe, siguiendo el consejo de san Pedro: "Creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo" (2 Pe. 3, 18)
Superando el analfabetismo espiritual
Conociendo la Palabra de Dios de manera seria
Leyendo la doctrina de la Iglesia: el Magisterio de los Papas, Obispos y Concilios, los autores espirituales y los teólogos
Haciendo actos de fe, y pidiéndole a Jesús nos la aumente (Luc. 17, 5)
Dando razón de nuestra esperanza a quien nos lo pida (1 Pe. 3, 15)
6. Crecer en el amor
Cumpliendo el primer mandamiento, que es amar a Dios con toda la mente, con toda la voluntad y con todo el corazón (Mt. 22, 37)
Amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó hasta el extremo (Mt. 19, 19; Jn. 13, 1)
No reduciéndonos a expresar ese amor con palabras, sino con obras, pues éstas son amores y no las meras razones (1 Jn. 3, 18)
7. Ejercitarse
Imitando a los atletas que se esfuerzan por llegar hasta la meta y conseguir la corona (1 Cor. 9, 24; 2 Tim. 2, 5)
Colaborando con Dios en la construcción de su Reino (1 Cor. 3, 9)
Yendo por todo el mundo, haciendo discípulos y enseñándoles lo que mandó Jesús (Mt. 28, 19)
LA REVELACIÓN DE DIOS
Para profundizar la enseñanza expuesta en los párrafos anteriores, sugerimos la lectura de los siguientes pasajes bíblicos:
1 Cor 3, 1-3: Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar. Ni aun lo soportáis al presente; pues todavía sois carnales. Porque, mientras haya entre vosotros envidia y discordia ¿no es verdad que sois carnales y vivís a lo humano?
Heb. 5, 12-14: Pues debiendo ser ya maestros en razón del tiempo, volvéis a tener necesidad de ser instruidos en los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis hecho tales que tenéis necesidad de leche en lugar de manjar sólido. Pues todo el que se nutre de leche desconoce la doctrina de la justicia, porque es niño. En cambio, el manjar sólido es de adultos; de aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal.
Jn. 6, 53-58: Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
Luc. 11, 1-13: Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, ensénanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.» El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.» Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: "Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle", y aquél, desde dentro, le responde: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos", os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.» Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
Mc. 7, 18-23: El les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» - así declaraba puros todos los alimentos -. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.»
Hech. 2, 42-47: Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar.
Ef. 1, 15-23: Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos, y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero. = Bajo sus pies sometió todas la cosas = y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo.
1 Jn. 2, 9-17: Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos. Os escribo a vosotros, hijos míos, porque se os han perdonado los pecados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os he escrito a vosotros, hijos míos, porque conocéis al Padre, Os he escrito, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Puesto que todo lo que hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas - no viene del Padre, sino del mundo. El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre.
1 Cor. 9, 24-27: ¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado.
PARA PROFUNDIZAR
Organiza un grupo de reflexión e intercambia opiniones ayudado por estas preguntas:
¿Qué ha significado para ti el grupo de oración?
¿Participas con frecuencia en la eucaristía?
¿Lees a diario la Palabra de Dios?
¿Frecuentas el sacramento de la Reconciliación?
¿Recomiendas alguna lectura que te ha servido en tu progreso espiritual?
¿Qué servicio apostólico has desempeñado?
APLICACIONES PRÁCTICAS
Para crecer en la gracia y el conocimiento del Señor, procura:
Orar diariamente
Acercarte a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía
Leer la Biblia y los principales documentos de la Iglesia
Visitar un hospital o una cárcel
Dar una limosna a los pobres
Participar en un grupo apostólico.

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