Les comparto una oración del Cardenal Newman que llegó a mis manos en el día de hoy, según parece es muy conocida, pero no recuerdo haberla leído antes. ¡Tal vez sea mi hora! ¡Quizá sea la tuya! por eso te la transcribo.
Jesús mío, ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que yo vaya, inunda mi alma con tu Espíritu y tu Vida; penetra en todo mi ser y toma posesión de tal manera, que mi vida no sea en adelante sino una irradiación de la tuya.
Quédate en mi corazón con una unión tan íntima, que las almas que tengan contacto con la mía, puedan sentir en mí tu presencia y que, al mirarme, olviden que yo existo y no piensen sino en Ti.
Quédate conmigo. Así podré convertirme en luz para los otros. Esa luz, oh Jesús, vendrá de Ti; ni uno solo de sus rayos será mío: yo te serviré apenas de instrumento para que Tú ilumines a las almas a través de mí.
Déjame alabarte en la forma que es más agradable, llevando mi lámpara encendida para disipar las sombras en el camino de otras almas.
Déjame predicar tu Nombre con palabras o sin ellas... con mi ejemplo, con la fuerza de tu atracción, con la sobrenatural influencia evidentemente del amor que mi corazón siente por Ti.
1 Comentarios:
Cuando el Señor quiere unir a sus servidores, no importa la distancia que pongan, pues de todos modos se encontrarán. José Luis que bonito fue reencontrarte, nos vemos el 9 de noviembre en RCC San Martín. Que Dios nos permita crecer en la caridad, y nos mantenga en su gracia, bendiciones.
María Susana.
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